Arte Cultural

Dime cómo bailas y te diré quién eres

La forma en cómo una persona se mueve al son de la música revela algunos rasgos de su personalidad.

Cuando mueve su cuerpo al compás de la música, ¿comienza a sacudir la cabeza de forma un tanto exagerada y sus movimientos tienden a la brusquedad? ¿de qué manera balancea sus manos cuando baila siguiendo el ritmo de una melodía? ¿sus movimientos se parecen a los de un robot controlado por impulsos repentinos, o a los de un junco mecido por el viento?. “Dígame como baila y le diremos si es una persona extrovertida, neurótica o simpática, y también si puede resultarle atractivo a las personas del sexo opuesto”. Este podría ser el resumen de las conclusiones de dos recientes investigaciones, que desvelan que esta actividad, el baile, puede reflejar distintos aspectos de la forma de ser, pensar y actuar de un individuo.

También se han desvelado algunos de los efectos terapéuticos del baile. Por ejemplo, se sabe que danzar puede ayudar a mejorar el estado de los niños con hiperactividad o con tendencias autodestructivas y depresivas, y también a prevenir las enfermedades cardíacas y a mejorar la psicomotricidad en la gente mayor, además de combatir el sobrepeso. 

No obstante se ignoraba que el baile pudiera ser un indicador de la personalidad o incluso del grado de atracción sexual de quien mueve su anatomía al ritmo de un tango, un vals, una bachata o cualquier otra melodía que invite a “mover el esqueleto”.

Un equipo de investigadores, de la Universidad de Jyvaskyla, en Finlandia, dirigidos por el doctor Geoff Luck, han estudiado los movimientos de baile de 60 voluntarios seleccionados entre 900 personas sin formación académica de danza.

Los participantes en el estudio habían sido sometidos antes a un test de personalidad, que había revelado quienes eran extrovertidos o tímidos y cuáles tenían facetas neuróticas.

Los expertos fineses solicitaron a los voluntarios que bailaran de forma espontánea, “haciendo los que le pedía el cuerpo” una treintena de piezas musicales de diferentes estilos: rock, tecno, latino, jazz, funk y pop.

Gestos y sincronización

Para descubrir si el carácter de cada participante era desvelado a través de sus movimientos del baile, los científicos utilizaron una avanzada tecnología de captura de imágenes en movimiento y cálculo mediante computadoras, que registró distintos parámetros del baile como los gestos y la sincronización de movimientos.

Según el doctor Geoff Luck, se comprobó que “la música provoca fuertes emociones en la gente que se pueden expresar a través de sus movimientos corporales”.

La investigación de la Universidad de Jyvaskyla, a 270 kilómetros de Helsinki, encontró que los bailarines extrovertidos no se quedan en un único lugar, sino que se desplazan por la mayor parte de la pista de baile y realizan movimientos exagerados y enérgicos con los brazos y la cabeza.

Por su parte, los danzarines neuróticos tienden a mover sus manos y sus pies de forma brusca y breve, en tanto que los más simpáticos y agradables emplean estilos más suaves, balanceando sus manos de un lado a otro, y los individuos de mente más abierta realizan movimientos rítmicos hacia arriba y abajo.

Otro trabajo, de investigadores de la Universidad de Northumbria, en el Reino Unido, ha analizado los movimientos de los varones mientras bailan, sobre todo aquellos que les parecen más atractivos para las mujeres, con resultados sorprendentes.

Los expertos británicos solicitaron a varios jóvenes que bailasen siguiendo el sonido de tambores de fondo mientras eran grabados desde distintos ángulos mediante doce cámaras de video.

Después, procesaron mediante un ordenador las imágenes captadas, identificaron el tipo de movimientos que realizaba más a menudo cada joven, y “cruzaron” la información obtenida con los datos sobre las preferencias femeninas y en qué movimientos se fijan ellas al valorar el desempeño masculino en la pista de baile.

Según el doctor Nick Neave, un psicólogo evolucionista coautor del estudio publicado en la revista “Royal Society Journal Biology Letters”, «creíamos que las piernas y los hombros son realmente importantes, pero le supera en importancia la gesticulación con las manos, que es muy expresiva y da un grado de atracción muy importante entre las representantes del género femenino”.

Hemos comprobado que las mujeres se fijan más y consideran más atractivo al varón que mueve mejor el torso, el cuello o la cabeza cuando baila, y no tanto en la rapidez de los movimientos o en su variabilidad«, concluye Neave.

Lejos de las investigaciones científicas, todos podemos sacar ciertas conclusiones si nos quedamos un rato mirando la pista (o la barra) y descubrir el abanico de estereotipos que se mueven a sus anchas interpretando la música. En Correr y fitness hemos detectado unos cuantos ¿con cuál te identificas?

Los coreógrafos

Son fácilmente reconocibles. Lo bailan absolutamente todo. Tienen coreografías, pasos e ideas para cualquier canción, no salen de la pista en toda la noche y se empeñan en contagiar al resto intentando que todos repitan sus movimientos. Tienen alma de coreógrafo o animador.

Los modositos 

Les gusta bailar, pero nunca se desmelenan, sus movimientos son sencillos, elegantes y jamás pierden la compostura, no los vayan a juzgar. No son el alma de la fiesta, pero hacen bulto.

Los entregados

Siempre te cabe la duda de si se habrán bebido quince copas o están así de colgados por naturaleza. Lo bailan todo de forma desmedida, no controlan las distancias y sus coreografías resultan exageradas y a veces fuera de lugar. Suelen vaciar la pista cuando intentan contagiar su locura a los demás.

Los arrítmicos

Los pobres lo intentan, pero el ritmo no es lo suyo. Su intención es bailar al compás de la música, pero tienen una especie de ritmo propio que sólo ellos entienden. Suelen despertar ternura porque es fácil comprobar que no dan más de sí.

Los sobrados

Son los divos de la pista, la naturaleza ha sido generosa con ellos y se saben los más sexys del lugar. Se contonean con sensualidad y observan al resto para corroborar que todo el mundo los está mirando. Son lo más parecido a los pavos reales extendiendo su bonito plumaje.

Los sujeta vasos

Odian bailar, están cabreados porque no les gusta el momento bailoteo y se esconden en la barra sujetando un cubata. Si los amigos se ponen muy pesados harán un leve movimiento de pies derecha-izquierda intentando no derramar el líquido del vaso.

Los pasos básicos

Su repertorio se limita a un paso que repiten durante toda la noche. Si los intentas sacar de ahí se estresan porque saben que ir más allá supone hacer el ridículo. Le ponen empeño e intentan sacarle todo el partido posible a su movimiento estrella.

Los incordios

Suelen ir pasados de alcohol y eso se traduce en que, básicamente, incordian en la pista. Se mueven sin control, empujan, incordian y a más de uno le dan ganas de invitarlos a salir del local. Son la pesadilla de los coreógrafos y los sobrados.

Los pulpos

La música les despierta un sentimiento de exaltación de la amistad o del amor que se traduce en más contacto del necesario. Se arriman a cualquiera, se restriegan, te abrazan, te cogen para bailar «agarrao» y son lo más parecido a un pulpo en una pista de baile. Resultan altamente cansinos.

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