Arte Cultural

Arte Cultural: 0.3. Hª DE LA INDUMENTARIA EN EL ANTIGUO EGIPTO. 2ª PARTE

2.7. Adornos
y Joyas Apotropaicas. Tocados, Pelucas, Cosmética
La joyería del antiguo Egipto es
una de las más fascinantes de todos los tiempos. En este arte los egipcios eran
unos consumados maestros. Realizaban piezas de gran suntuosidad y belleza, de
viva policromía.
Hemos de partir de la base de que los antiguos egipcios eran muy
aficionados a adornarse, tanto hombres como mujeres, desde los más acomodados a los menos pudientes. Y es que
las joyas jugaron un importante
papel en todos los niveles de la vida egipcia, añadiendo color a sus sencillos trajes de lino banco. Resaltaban, además, en
contraste con sus negras pelucas y sus ojos vivamente pintados con kohl.
Como es habitual, los diseños y
materiales
variaban en función de las posibilidades económicas del
poseedor, siendo los ejemplos más fulgurantes los relativos a los faraones y sus familias.
Cofre con brazaletes de plata de la reina Hetepheres, Imperio Antiguo, IV
dinastía. Los motivos ornamentales son animalísticos –mariposas- y presentan
incrustaciones de cornalina, turquesas, lapislázuli…Museo de El Cairo

Las joyas solían ser omnipresentes en los ajuares funerarios, ya que los difuntos eran espléndidamente
adornados, usualmente con piezas que habían llevado cuando estaban vivos
–aunque algunas joyas de oro más fino se hacían específicamente para uso funerario– y sus sarcófagos eran
cubiertos con lino y oro. Incluso los más humildes eran enterrados con
sencillos collares. Desgraciadamente, la mayor parte de las tumbas fueron saqueadas, y las joyas y piezas de
orfebrería, fundidas.

Las joyas del antiguo Egipto no eran simplemente objetos bellos y
decorativos. Su función y significación
era esencialmente simbólica, una forma de revelar la religión y sus misterios.
Presentaban por lo general, un carácter apotropaico,
que, en contacto con el cuerpo, “tenían” efectos beneficiosos para la persona
que las portaban, ya fueran hombres o mujeres. Por lo tanto eran
joyas-talismanes. Así las tipologías
están en función de su significación: collares usej, amuletos de
escarabajos –escarabeos– y ojos apotropaicos
llamados wedjat, claras alusiones a Horus y los ankhs o símbolos de
vida. Las joyas más habituales eran pendientes, brazaletes, anillos, pulseras,
pectorales, tobilleras, diademas…
La palabra usej -significa «ancho» en egipcio- y es el nombre de
los collares habituales que portaban la nobleza en el antiguo Egipto.. Presentan forma de media luna y eran
de gran tamaño. Funcionaban como talismanes relacionados con la diosa Hator.
Los podemos encontrar realizados en diversos materiales desde faience hasta oro, pastas vítreas,
cornalinas… Estos materiales aparecen solos o combinados produciendo como
resultado piezas de rica policromía. Es interesante destacar que solían ser
collares un tanto pesados por lo que el portador del mismo debía llevar un
contrapeso sobre la espalda. En las momias aparecían pintados igual que en
relieves, esculturas y frescos. El Libro
de los Muertos
, una verdadera guía de rituales para el más allá, especifica
con detalle los ritos que debían realizarse en los funerales, donde la
colocación del usej era esencial como
forma de protección al difunto.  A estos
collares los denominan también gorgueras.
Collar usej en faience y anillo,
de esa misma técnica, con el ojo apotropaico relativo a Horus
Los pendientes eran de gran
tamaño y muy pesados, posiblemente por influencia asiática
.
Los escarabeos eran los amuletos
con forma de escarabajo pelotero. Representaban el sol naciente, eran un
símbolo de buena fortuna, de resurrección, vida, fecundidad y fertilidad. El
escarabajo tenía una gran importancia en los rituales funerarios. Se colocaba
sobre el pecho del difunto en el juicio final para proteger al corazón y
sustituirle en la momificación. Eran esenciales para poder alcanzar la vida
eterna. En vida lo solían llevar en brazaletes o pulseras en el brazo o muñeca
izquierda. Aparecían también en pectorales, sellos, anillos, etc.

 Amuletos
para el pelo con forma de pez. Los peces tenían un simbolismo apotropaico para
no morir ahogados.

Pectoral procedente de la tumba de Tutankamon, Imperio
Nuevo, rico en símbolos parlantes de connotaciones religiosas: ojos apotropaicos
alusivos a Horus, escarabajo como referencia al dios Jepri, disco solar, el
ureus o cobra erguida que hace referencia a una divinidad protectora de los
faraones, el ankh o símbolo de vida…
Por lo que se refiere a los materiales
preciosos, se prefiere el oro –la
plata aparece con mucha menos frecuencia-. El oro era extraído del desierto de Nubia y lo utilizaron con
profusión. Tenía un fuerte valor simbólico ya que para ellos era “la carne de
los dioses”.
Utilizaban diversas técnicas y todo
tipo de piedras preciosas y semipreciosas como el lapislázuli, la turquesa, la
cornalina, la amatista, las ágatas, calcedonias, esmeraldas, obsidianas…
                                                  Diadema de Tutankamon; Diadema de la princesa Khnumit
Escultura donde se aprecia claramente la peluca con
adornos de oro. El refinamiento de esta civilización se hace patente hasta en
los peinados y tocados. Un buen ejemplo son las aplicaciones de oro en las
pelucas –como en esta reconstrucción
realizada siguiendo modelos egipcios que se
conserva en el Museo Metropolitan de Nueva York.
Las egipcias más enriquecidas utilizaban joyas con piedras preciosas y
semipreciosas, mientras las menos acomodadas llevaban piezas realizadas con pastas vítreas de diferentes colores y faience.
En efecto, la denominada “pasta egipcia” o faiencefayenza en español- era una tipología de cerámica vidriada que
imitaba el colorido del lapislázuli y las turquesas. Con esta técnica
realizaron múltiples objetos así como joyas –anillos, collares, amuletos-, vasijas
para perfumes o aceites e incluso ¡vestidos!
La impresionante escultura de Nefertiti,
esposa del faraón Akhenaton, dinastía XVIII, c. 1370 a de C, Imperio Nuevo,
Museo de Berlín. Lleva puesto un collar usej.
Las egipcias solían llevar pendientes de gran tamaño de influencia asiática
como vemos en esta pintura mural.
La peluca era uno de los
elementos principales de la indumentaria ya que tanto hombres como mujeres
solían afeitarse la cabeza por razones higiénicas. Estas pelucas eran
realizadas con cabello natural y fibra vegetal. Iban decoradas con cintas, flores, broches de oro e incluso con
diademas. Durante los banquetes, los invitados llevaban pequeñas cantidades de cera de abeja en la parte superior de
sus pelucas con perfumes, cuando se derretían en ellas, con el calor de la
habitación, liberaban sus esencias durante toda la fiesta.

Mujer egipcia con peluca y tocado perfumado; Detalle
del trono de Tutankamon donde se aprecia a el joven faraón con su esposa. Ambos
no solo llevan pelucas sino también tocados-coronas alusivos a su poder
imperial, c. siglo XIV a de C.,
  Imperio
Nuevo

Rahotep y Nefret. Estas esculturas realizadas en piedra caliza, están
consideradas como los retratos más antiguos en la Historia del Arte (2600-2500
a de C). El lleva el clásico faldellín egipcio, ella el kalisari.
Detalle del
maquillaje, su peluca y su diadema, así como de su usej de rica policromía.
Las pelucas no solo servían como adorno sino también para proteger la
cabeza de los rayos del sol. En cierta manera funcionaban como sombrero.
La climatología de Egipto, con su calor sofocante, condicionó casi todos
los aspectos de la vida cotidiana en esta civilización. De ahí que el afeitado de todo el cuerpo era algo
habitual: era una manera de hacer frente al calor y a posibles parásitos. De
hecho, se han encontrado restos de navajas y pinzas de depilar. Se cree que se
afeitaban todo el vello corporal. Los textos mágico-médicos muestran recetas
muy variadas para el cuidado capilar, incluso pociones o pócimas destinadas a
privara a alguna “enemiga” de su cabellera.
Los egipcios concedían mucha importancia a su cuidado personal y a su
vestimenta. Los faraones y su familia contaban con peluqueros y barberos.
El tocado más común del egipcio es una pieza de tela rayada que se
ajusta sobre la frente y cae en pliegues a ambos lados del rostro: el klaft. Era la cofia imprescindible de la vestimenta de los faraones. Se
asemeja a la melena de un león. La encontramos también en la esfinge de Gizah.
Ejemplo de klaft; también lo
observamos en la máscara de Tutankamon
Los ungüentos, cremas y perfumes
eran muy solicitados tanta por los hombres como por las mujeres, sin distinción
de clases sociales.  Los exportaban,
además, a Mesopotamia. Conviene recordar que los egipcios vivían en una zona
casi desértica donde sopla con fuerza el viento. El empleo de aceite evitaba irritaciones cutáneas y
todo tipo de dolencias de la piel. También utilizaban perfumes gracias al uso de flores, semillas o frutos.
Los cosméticos eran muy
utilizados, destacando las pinturas para los ojos de colores verde y negro, documentadas hacia el 4.000 a. C. El
kool y la henna eran la base de los colorantes cosméticos. 
Se han encontrado incluso cajitas
para guardar el maquillaje -las pinturas de ojos sobre todo-, generalmente de
piedra o alabastro. La línea
alrededor del ojo tenía una función decorativa y protectora ya que la luz del
sol incide de manera diferente con el ojo pintado. Las mujeres de elevada
categoría se pintaban los labios y
las mejillas de color ocre rojizo como atestiguan algunas pinturas.
En numerosos ajuares se han encontrado espejos
de bronce muy pulido. Además de objeto de tocador, servían para
los oficios
religiosos
y funerarios al ser
comparados con el disco solar.
Las bailarinas de Tebas y las plañideras solían lucir sugerentes tatuajes.

Paleta para cosméticos de madera; cofre de oro para
maquillaje; recipiente de oro y obsidiana para kohl. Se conserva en el MET de
Nueva York.

                                                 Los espejos se realizaban de cobre, bronce o plata
pulida.

Bibliografía

*Boucher, F., Historia del traje en occidente, Barcelona, Barcelona, G. Gili, 2009
*Fernández-Villamil, Concepción. Las artes aplicadas, Tomo 1, Madrid, 1975.
*Galeano Pérez, Andrés, Atlas ilustrado. El peinado, historia y presente, Madrid, Ed. Susaeta
*Laver, James, Breve historia del traje y la moda, Madrid, Cátedra, 1988.

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