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Arte Cultural: ‘MAÑANAS DE ABRIL Y MAYO’: LAILA RIPOLL Y CAROLINA ÁFRICA TRASLADAN LA TRAMA DE CALDERÓN AL MADRID DE LOS AÑOS 50 CON MUCHA INTENCIÓN PERO CON POCO ACIERTO

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CALIFICACIÓN.- 5

A pesar de la intención y el evidente esfuerzo de África y Ripoll, el resultado final dista mucho de las pretensiones iniciales de ambas. ‘Mañanas de abril y mayo’ no deja de ser una comedia simpática y ligera, y que desde luego no mantiene la esencia de Calderón, al menos para nosotros. Uno de los grandes lastres del montaje es, sin duda, el espacio escénico, que resulta antiguo y con un toque rancio. Una escenografía que apaga el colorido, la festividad y la alegría que se pretendía por parte de autora y directora.

Partiendo de este gran lastre, la dirección de Ripoll sigue esa misma estela y resulta totalmente obsoleta en todos sus aparatados, nada que ver con aquella otra brillantísima que la propia directora realizaba en ‘Tea Rooms’. Ni siquiera nombres como los de Luis Perdiguero (en la iluminación), Almudena Rodríguez Huertas (vestuario) o Mariano Marín (música y espacio sonoro) pueden darle brillo a la puesta en escena. 

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Lo mejor de ‘Mañanas de abril y mayo’ es su elenco formado por un extraordinario grupo de actores, que se desenvuelven como pez en el agua en el terreno de la comedia y algunos de ellos con gran formación en el clásico como Pablo Béjar (notable dando vida a Don Juan) o Alba Recondo (Doña Ana). Completan el reparto: Guillermo Calero (Arceo), José Ramón Iglesias (Don Hipólito), Sandra Landín (Inés), Juan Carlos Pertusa (Don Pedro), Nieves Soria (Doña Lucía) y una graciosísima Ana Varela, que se mete en la piel de doña Clara. Todos ellos están fantásticos y son, sin duda, lo mejor de un montaje que prometía (y mucho) pero que sin embargo se ha quedado a medio gas.  

Aldo Ruiz

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