Arte Cultural

Breve historia de los exlibris

Exlibris de Hilprand Brandenburg de Biberach (Fuente).

«Libro prestado, libro perdido», dice un viejo refrán popular sobradamente conocido por todos los amantes de los libros.

Es por eso que asociado al nacimiento del libro, a mediados del siglo XV, aparecen los primeros exlibris, inicialmente una estampa o grabado impresa, y más tarde cualquier etiqueta, rótulo o sello, que se colocaban en el reverso de la cubierta, en la tapa de un libro o en su primera hoja en blanco como marcas de propiedad y que contenían el nombre del dueño del ejemplar o de la biblioteca propietaria.

Su nombre hace referencia a la inscripción latina que ex libris significa «de los libros de», unas palabras que encontramos en la mayor parte de los ejemplos.

Responden a la necesidad de proteger los libros, que se ven como un bien valioso, de los robos. Son el resultado de una serie de medidas que tomaron las bibliotecas medievales y que iban desde encadenar los ejemplares hasta amenazar con maldiciones.

El exlibris es la evolución de las simples inscripciones en los libros indicando su dueño, pero incorporando lo que la imprenta y el uso de las técnicas de grabado permitían.

Aunque como primer antecedente de los exlibris suele mencionarse una placa de barro cocido esmaltada en color azul con inscripciones jeroglíficas, conservada en el Museo Británico de Londres, que perteneció al faraón egipcio Amenhotep III en el siglo XV a.C. y que habría sido utilizada para señalar los rollos de papiro de su biblioteca, el primer ejemplo conocido de un exlibris tal y como lo entendemos hoy en día es del año 1480.

En concreto es un exlibris de un monje cartujo llamado Hilprand Brandenburg de Biberach. El grabado, en madera, que se encuentra en el Museo y Biblioteca de Rosenbach en Filadelfia, muestra a un ángel con un escudo adornado con un buey.

Los detalles de las alas están coloreados a mano en rojo y verde, con una túnica en tono rosado. Este sería el exlibris más antiguo conocido en el mundo occidental. Cuando Brandenburg decidió incluir esta marca en los más de 450 volúmenes del monasterio cartujo de Buxheim, cerca de Memmingen, Alemania, la impresión en madera acababa de inventarse.

Los primeros exlibris son de procedencia alemana; en Francia, el exlibris más antiguo hasta ahora conocido es el de un tal Jean Bertaud de la Tour-Blanche, cuya fecha es 1529, en Holanda el de Anna van der Aa, de 1597, y en Italia el primero es de 1622. Para el primer ejemplo americano habría que ir a 1642, con etiqueta impresa en blanco del impresor de Massachusetts Stephen Daye.

Muchos de las primeros exlibris, desde el siglo XV al XVIII, se utilizan como indicador de prestigio y en ellos se representan escudos de armas de las familias nobles, que eran únicamente los que en ese momento podían permitirse tener grandes cantidades de libros.

El estilo alemán adornado y elaborado extendió la moda de los exlibris ornamentales. Se sabe que Alberto Durero grabó al menos seis planchas, algunas bastante grandes, entre 1503 y 1516, y que suministró diseños para otras.

Su influencia en los exlibris se ha dejado sentir durante los siglos posteriores hasta nuestros días, a pesar de las sucesivas modas italianas y francesas durante los siglos XVII y XVIII y de la renovación en diseño que supuso el modernismo.

En el siglo XIX se producen toda una serie de fenómenos que hacen que los exlibris se transformen: cobra relevancia la clase media, se producen libros en masa, adquiere una notable importancia la bibliofilia y surge el modernismo.

Ya no solo académicos e intelectuales sino coleccionistas en general comienzan a demandar otra clase de exlibris. Empiezan hacerse los primeros estudios y las primeras publicaciones especializadas en el tema, surgen asociaciones y sociedades de coleccionistas y comienzan a celebrarse congresos.

El contenido heráldico se deja a un lado y comienza un gran interés hacia los símbolos, las alegorías y los emblemas. El estilo pasa a ser un reflejo de los movimientos que se suceden a lo largo del período: orientalismo, art deco, cubismo o neoclasicismo.

Aunque se considera que la edad de oro de los exlibris llegó a su fin después de la década de 1920, estas pequeñas obras de arte siguen siendo populares entre los amantes de los libros.

De hecho, desde la década de 1950 hemos asistido a un renovado interés en ellos, sobre todo desde el mundo del coleccionismo, entendiéndolos como una fascinante fuente de interés histórico, artístico y sociocultural.

Desde el de Hilprand Brandenburg hasta los más actuales, los exlibris son una puerta de entrada en la historia de la literatura. Y mientras que lectores se enorgullezcan de sus libros, prevalecerá el impulso de querer personalizarlos.

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