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El primer paso del proyecto fotográfico: La idea

Para llegar al final de un proyecto fotográfico, tenemos que recorrer tres pasos, tres puntos. Uno detrás de otro hasta llegar al final, sin saltarse el orden y sin abandonar uno sin haberlo acabado previamente. Hoy vamos a analizar con más profundidad el primer paso de un proyecto: la idea.

Se está acercando el fin de año. Y todavía no sabemos qué hacer con nuestra vida fotográfica. Llevamos la cámara encima, la sacamos cuando vemos algo que nos gusta. Los fines de semana hacemos lo que podemos. Al final solo hemos conseguido unas fotografías bonitas del pueblo que hemos visto, del otoño que hemos fotografiado. Y algunas que otras que están bien y no sabemos qué hacer con ellas. El problema es que no tienen relación alguna entre ellas. O no hemos sabido verla.

Como ya hemos adelantado en el primer artículo dedicado al proyecto fotográfico, es importante trabajar con sentido. Disparar con un objetivo, con una idea. Es la que nos llevará a conseguir imágenes con sentido y sobre todo nos permitirá avanzar como fotógrafos. Esta es una de las claves, además de dedicarle tiempo y gastar muchas zapatillas.

La idea es lo que se sustenta todo nuestro trabajo. Es la base fundamental del proyecto. No es algo baladí. Cuando comenzamos en este mundo puede que nos sirvan esos proyectos que todos conocemos: una fotografía por semana, 365 disparos en un año, retratos de nuestros amigos y conocidos… Es algo perfecto para practicar. Y si no lo habéis hecho nunca lo recomiendo. Es un ejercicio perfecto para nosotros, pero realmente no aporta nada a la comunidad. No es original. Pero podemos hacerlo personal.

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La idea original del proyecto

Hay muchas formas de llegar a una buena idea. En el fondo todo depende de cómo la afrontemos. Al fin y al cabo lo importante es nuestro estilo fotográfico. Pero siempre hay que saber contar las cosas de una forma diferente. Si la gente pensara solo en cosas nuevas jamás hubiera existido ‘La regenta’ después de ‘Madame Bovary’, por poner un ejemplo literario.

Las buenas ideas no son complicadas. No hace falta adornarlas de falsas promesas de intelectualidad. Cada vez hay más gente contraria a las banalidades en nombre de la fotografía. En contra de ideas vacías adornadas con palabras ampulosas. El ejemplo perfecto es fijarse en H. Sugimoto, como ya vimos.

No es fácil saber qué contar si no tenemos una buena base o una vida que nos estimule mentalmente. Siempre se acude a la cultura. Pero siempre se asocia con los libros y el arte. Para muchos nos es fundamental. Pero hay otras formas de cultura, de vivencias personales que te pueden llenar más de los que nos identificamos con libros o museos. Hay que ser capaz de emocionarse en la calle, en el profundo bosque o la pura vida de los bares.

Lo que sí es importante es conocer lo que han hecho otros fotógrafos con ideas similares, para no repetirse. Para ser capaces de dar un nuevo giro que nada tenga que ver con todo lo que han contado ya. Sin embargo, como vamos a ver a continuación, puede que incluso repetir un concepto sea una buena idea para algunos.

Los proyectos se pueden dividir de muchas formas según las ideas propuestas, pero yo prefiero ceñirme a tres tipos de proyecto en función del tipo de idea.

Los tres tipos de proyecto

Es duro pero las ideas también hay que clasificarlas. Más que nada para conocer los terrenos en los que nos movemos. Y no confundirnos o saber de antemano a dónde tenemos que ir en el siguiente punto:

  • Formal: es el clásico proyecto en el que el autor solo busca contar una idea, similar a una novela realista en la que se describe todo lo que pasa delante de nuestros ojos. Podemos encontrar muchos ejemplos pero quizás un buen proyecto modelo es el trabajo de Shizuka Yokomizo ‘Strangers through the window’ en el que simplemente retrataba a la gente que accedía a través de las ventanas de sus hogares.
  • Emocional: aquí el fotógrafo se implica de una forma más personal si cabe en lo que está contando. Corre peligro de caer en un conceptualismo exacerbado, pues es fácil caer en la banalidad o en el estereotipo. Si viéramos una película de Andrei Tarkovsky sería lo más parecido a un proyecto emocional. Quizás es el proyecto en el que el autor queda más desnudo frente a los espectadores. Un buen ejemplo sería el trabajo de Robert Frank en ‘Los americanos’. Aquí no solo cuenta lo que ve, sino también lo que siente ante el país que le acogió.
  • Experimental: Es un tipo de proyecto en el que el fotógrafo necesita contar su sensación ante el mundo de una forma imposible en la realidad. Puede que el espectador sea incapaz de reconocer lo que ve si no tiene un texto que se lo explique previamente. En algunos casos llegará a provocar rechazo o dejar sin palabras a aquel que lo contemple. Aquí no queda más remedio que recordar el proyecto After Sherrie Levine en el que Michael Mandiberg (2001) se apropió de la idea de Sherrie Levine de copiar las imágenes de Walker Evans para venderlas como propias.

Nosotros solo tenemos que pensar en la idea y empezar a crear un esquema con los pros y los contras. Con todas sus posibilidades y su mayores problemas. Si lo dibujamos en la libreta o con una tableta gráfica en nuestro ordenador nos daremos cuenta de nuestras capacidades y limitaciones para ser capaces de llevarlo a buen puerto o no. El viaje continuará.

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