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La belleza de escuchar: Mozart: Concierto para dos pianos

Maria Anna Walburga Ignatia Mozart, llamada Nannerl en su círculo familiar, vivió hasta los 78 años, superando largamente a su hermano Wolfgang Amadeus. Pero esa fue su desgracia, ser la hermana de Mozart.
Nannerl era tan musicalmente dotada como su hermano genio, tocaba el violín y el clave a la perfección cuando tenía siete años. Por eso, cuando el pequeñín Wolfgang tuvo seis y ya brillaba tanto como Nannerl, de once, su padre Leopold tomó a los dos niños y se los llevó en gira por las cortes de París, Viena y Londres, para dar a conocer al mundo el milagro divino: tenía dos hijos genios.
Sin embargo, cuando estuvieron algo más crecidos, Leopold, un hombre de su época, optó por privilegiar la carrera del varón. Nannerl debió quedarse en casa.

Maria Anna Mozart (1751 – 1829)

Pero Wolfgang nunca echó en saco roto el notable talento de su hermana mayor. Si estaba de gira, o posteriormente, desde Viena, envió siempre a Nannerl una copia de sus creaciones para teclado, a fin de solicitar su parecer, a la vez que alentarla a su cuidadoso estudio.

El Concierto para dos pianos No 10 se supone compuesto para ser interpretado, alguna vez, con Nannerl. Mozart lo terminó en 1779 pero hay indicios de que los primeros bocetos serían muy anteriores, de 1775, mientras los dos adolescentes vivían en Salzburgo.

Es su único concierto para dos pianos y el último escrito antes de abandonar Salzburgo en dirección a Viena, adonde llegó a los veintitrés años para seguir un camino propio, y escapar así al dominio abrumador aunque bondadoso de su padre Leopold, quien, dicho sea de paso, nunca participó de buen grado de esta idea de independencia.

Concierto para dos pianos No. 10 en Mi bemol, K. 365

Un concierto para dos pianos difiere del formato de concierto para piano solo porque la naturaleza misma del conjunto asume que habrá una cierta cantidad de diálogo entre los dos pianos a medida que brotan las ideas musicales de uno y de otro, como si estuvieran en competición.

Pensando en Nannerl, quizá, Wolfgang tuvo la delicadeza de entregar a los dos solistas pasajes igualmente llamativos, aunque el concierto es mucho más que una oportunidad para la rivalidad musical de dos hermanos frente a un público.

Movimientos:
00:00  Allegro – Vigoroso por momentos y lírico en otros, no presenta ideas musicales especialmente relevantes. Pareciera que Mozart solo se está divirtiendo, dejando fluir sus ideas libremente.

10:16  Andante – Un movimiento fino y delicado. La orquesta, en su mayor parte, permanece en segundo plano, permitiendo que el encantamiento surja de la pareja en las partes solistas.

17:31  Rondo: Allegro – El final es enérgico en alto grado, lleno de impulso rítmico en el tema principal del rondó. Uno de los grandes momentos en los rondó mozarteanos es la novedosa forma en que Mozart retorna al tema principal. Este movimiento no es la excepción.

La versión es de Yuja Wang y del pianista israelí Lahav Shani, quien también conduce la Orquesta Filarmónica de Israel.

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