Arte Cultural

La historia del Monopoly

¿Hay alguien que no haya jugado nunca al Monopoly? ¿Que no haya disfrutado comprando calles, construyendo casas u hoteles y enriqueciéndose o, sobre todo, arruinando al rival -lúdicamente hablando, se entiende-?

Pues ese juego de mesa, considerado una plasmación a pequeña escala del funcionamiento del capitalismo, nació en 1935 inspirándose en otras tres décadas anterior que había sido concebido para explicar la doctrina económica del georgismo, paradójicamente muy crítica con ese sistema. Se llamaba The Landlord’s Game, es decir, el Juego del Arrendador.

El georgismo es una filosofía político-económica formulada por el economista Henry George -de ahí su nombre- en su libro Progress and poverty (Progreso y pobreza, en su edición española), que publicó con enorme éxito en 1879.

En esencia, decía que cada individuo posee lo que genera pero que lo que se encuentra en la naturaleza, en referencia a la tierra, pertenece a toda la Humanidad, por lo que el beneficio que produzca no debería caer en manos privadas sino revertir a toda la comunidad. De lo contrario, todo quedaría concentrado en pocas manos produciendo sólo para los grandes propietarios y, por tanto, originando pobreza en el resto.

Henry George hacia 1885/Imagen: dominio público en Wikimedia Commons

Consecuentemente, George abogaba por la regulación estatal de los monopolios naturales y los servicios relacionados (aguas, petróleo, minas, ferrocarriles, red viaria…), la creación de un impuesto único y moderado (single tax) sobre las tierras, el favorecimiento del mercado libre, el impulso a un programa social y la restricción de la inmigración (en aquellos momentos la china, fundamentalmente, que en su opinión era superior a la demanda laboral y provocaba que los salarios fueran misérrimos). En su época, el último cuarto del siglo XIX, todo esto fue aplaudido y criticado a partes iguales pero tuvo cierta influencia y varios países se basaron en esas ideas para aplicarlas a sus políticas.

Esa curiosa combinación de liberalismo y fisiocracia, capaz no sólo de aunar conceptos de la ley natural con otros del capitalismo y el socialismo utópico, sino también de influir más de un siglo después en nobeles de economía y ecologistas (la ecotasa es deudora de sus postulados), suele recibir también la denominación de geoísmo, en referencia a la importancia de la tierra y su compartición.

Simpatizantes famosos fueron gentes tan variopintas como Winston Churchill, Mark Twain, Albert Einstein, Henry Ford, León Tolstoi o Henry Lloyd George, entre otros; en España también tuvo defensores, como el regeneracionista Joaquín Costa o el andalucista Blas Infante.

Lizzie Magie en 1892/Imagen: dominio público en Wikimedia Commons

Como se puede ver, el georgismo levantó bastante expectación y ello hizo que muchos intentaran entender en que consistía, en un tiempo en el que había menos publicaciones que ahora y no existían las redes sociales.

Y una mujer llamada Elizabeth J. Phillips, más conocida como Elizabeth Magie, tuvo la idea de explicarlo mediante un juego de mesa. Nacida en 1866, era hija de un editor de periódicos de Illinois y notorio abolicionista que había acompañado a Lincoln durante su campaña en este estado.

Lizzie, como la llamaban sus allegados, tuvo una buena educación, lo que no sólo le permitió trabajar en taquigrafía sino también escribir cuentos y poemas, actuar en obras de teatro y ser una activa feminista. Además era inventora y patentó un sistema de proceso del papel.

Al entrar en el nuevo siglo fue reportera de prensa pero su primer gran momento llegaría cuando asumió la doctrina georgista -su padre le había regalado el libro- y protagonizó un pequeño escándalo al anunciar que se autosubastaba como esclava para poder ganar dinero.

Sólo era una provocación, entre otras cosas porque la esclavitud llevaba décadas abolida, pero levantó polvareda y acrecentó el interés por la obra de Henry George. Ahora bien, muchos seguían sin entender del todo en qué consistía y en 1904, para solucionarlo y concienciar a los niños de lo que era la injusticia socioeconómica, Lizzie patentó oficialmente The Landlord’s Game, un juego que había desarrollado el año anterior para sus amigos y que también patentó.

Primera patente de The Landlord’s Game/Imagen: dominio público en Wikimedia Commons

Consistía en un tablero, con un recorrido muy similar al que más tarde tendría el Monopoly, en el que cada casilla representaba una propiedad inmobiliaria (calles, avenidas…) o una infraestructura (autopistas, parques…) con sus correspondientes precios de compra y venta, más otras casillas complementarias (pago de una tasa, cobro al pasar por la salida, etc…).

En el diseño original correspondían a la ciudad de Nueva York y las más cotizadas eran Broadway, la 5º Avenida y Wall Street, aunque más adelante se cambió la selección de calles y se introdujeron algunos cambios. Tampoco faltaban las cartas de la suerte que premiaban o castigaban e iban ilustradas con citas de famosos pensadores estadounidenses.

The Landlord’s Game, que fue el primer juego de mesa en el que se pasaba una y otra vez por la casilla de salida en vez de tener que llegar a una meta, presentaba dos versiones: la monopolista y la antimonopolista.

Las reglas de la primera se basaban, obviamente, en formar monopolios y el objetivo era eliminar al resto de jugadores; las de la segunda, que se subtitulaba Single Tax (Impuesto Único; luego se renombraría Prosperity, es decir, Prosperidad) otorgaban la victoria a aquel jugador que al final tuviera la menor cantidad de dinero pero habiendo duplicado como mínimo la que poseía al comienzo.

Lizzie se inclinó preferentemente por ésta, lo que ha hecho correr la leyenda de que la empresa Parker Brothers compró solo los derechos de la monopolística y la convirtió en el famoso Monopoly; pero en realidad adquirieron el conjunto en 1924.

La segunda patente de The Landlord’s Game/Imagen: dominio público en Wikimedia Commons

Lizzie y dos amigos habían fundado en Nueva York una compañía para impulsar la fabricación de su juego a la que llamaron Economic Game Company, ya que Parker Brothers, a la que se lo habían ofrecido inicialmente, lo rechazó al considerarlo demasiado complicado. No tuvo buen ojo y el éxito de ventas fue tal que incluso se exportó a Inglaterra (donde se llamó Brer Fox primero y Brer Rabbit después).

No sólo eso sino que Scott Nearing, un ilustre profesor de economía de la Wharton School de la Universidad de Pensilvania, lo usaba con sus estudiantes y pronto saltó a las clases de otros centros universitarios, demostrando especial interés los cuáqueros.

Pero en 1923 expiró la patente y mientras Lizzie solicitaba una nueva, Parker Brothers sacó su propia versión bajo el nombre de Fortune mientras que un tercer empresario, Dave Knapp, también hizo una a la que llamó Finance. El lío se solucionó en 1935, cuando Lizzie vendió su patente a Parker Brothers por quinientos dólares.

Los nuevos dueños comenzaron a fabricar y distribuir el juego con un nombre nuevo, Monopoly, cuyos derechos le compraron a Charles Brace Darrow. Éste era un comercial de Filadelfia en paro que hizo una versión The Landlord’s Game más refinada, con piezas de hule en vez de cartón y decorando el tablero con dibujos (algunos de ellos perviven hoy, como la locomotora, el grifo, la bombilla o los signos de interrogación de las cartas de suerte).

George Swinnerton, Charles Hanford, y Edward Hegeman, los dueños de Parker Brothers/Imagen: Edward en Wikimedia Commons

Monopoly fue un éxito de ventas con veinte mil unidades cada semana y Darrow se enriqueció pero siempre reclamó la paternidad exclusiva del juego aunque estaba claramente inspirado en el de Lizzie y en 1983, tras una demanda de Parker Brothers contra un profesor de economía que creó un Anti-Monopoly, un tribunal sentenció que Darrow había copiado el reglamento -faltas de ortografía inclusive- de otro redactado por un particular más, Charles Todd. De hecho, a decir de los expertos, The Landlord’s Game también guarda bastante parecido con el Zohn Ahl, un juego de los indios kiowa, que Lizzie pudo haber conocido.

Ella fue la que menos se benefició de su invento, tanto en lo económico como en el crédito de autoría, y así lo expresó en algunas entrevistas concedidas en 1936, indicando que el dinero de la venta a Parker Brothers no había amortizado los gastos caseros de fabricación que tuvo.

Quizá por eso, la compañía le financió al año siguiente otros dos juegos suyos: Bargain Day, en el que los jugadores compiten como si estuvieran en distintas secciones de unos almacenes, y King’s Men, un juego de estrategia bastante complejo.

Lizzie falleció en 1948 sin descendencia y sin imaginar que todavía sería la protagonista póstuma de una polémica casi surrealista relacionada con la militante defensa de los derechos de la mujer que mantuvo siempre.

Un tablero actual basado en el de 1924/Imagen: Lucius Kwok en Wikimedia Commons

En 2019, la compañía Hasbro, propietaria del Monopoly al haber absorbido Parker Brothers, lanzó una versión feminista del juego denominada Mrs. Monopoly. En ella, se sustituyen los nombres de las calles por inventos de mujeres o con importante aportación de éstas, caso de la conexión WiFi a la que contribuyeron la célebre actriz Hedy Lamarr (que estudió ingeniería antes de ir a Hollywood) y Radia Perlman (ingeniera de redes y analista de ordenadores) o las galletas con perlas de chocolate (creadas por la cocinera Ruth Graves Wakefield, que se asoció con Nestlé). Todo parecía muy bien hasta que Mrs Monopoly empezó a distribuirse y se vio que la autora del juego más vendido de todos los tiempos, Elizabeth Magie, no aparecía por ninguna parte; había sido completamente olvidada.

Fuentes: Progress and poverty (Henry George)/Monopoly. The story behind the world’s best-selling game (Rod Kennedy y Jim Waltzer)/The Monopolists. Obsession, fury, and the scandal behind the world’s favorite board game (Mary Pilon)/Rules of play Game design fundamentals (Katie Salen y Eric Zimmerman)/Timeless toys. Classic toys and the playmakers who created them (Tim Walsh)/Wikipedia

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