Arte Cultural

¿Qué hacer si no te permiten pintar un desnudo femenino? William A. Newman tiene la respuesta

 

Recorte del The Wilmington News Journal, del 15 de agosto de 1975.

Hace unas semanas Banksy volvía a hacerlo en el mundo del arte, destruyendo una de sus obras después de que fuera subastada por una cantidad nada desdeñable. El misterioso artista grafitero, sin embargo, no fue ni mucho menos el primer creador que desarrolló una estrategia para intervenir su obra en diferido, una vez supuestamente terminada. Más de cuatro décadas antes, en 1975, el pintor William A. Newman protagonizó una polémica a raíz de un mural en la Corcoran School of Art.

Newman precisamente era profesor en la Corcoran School of Art. Allí fundó, junto a un montón de jóvenes artistas, un grupo conocido como «The Washington Color Pencil School», que realizaron una exposición en la institución en 1973.

El artista ya había participado en la creación de un mural, en el que él y otros veinte estudiantes crearon unos cuarenta insectos y animales. El proyecto tuvo tanto éxito que se le ofreció crear una pintura para el interior del edificio. Newman presentó como propuesta un desnudo gigante, de más de siete metros de longitud, que fue aceptado. Pero cuando se iba a inaugurar la dirección del Corcoran decidió que la pieza era inapropiada y se negaron a mostrarla al público, a no ser que Newman le pintara encima un traje de baño.

Fue contratado para pintar un mural en el sitio de Construcción frente al edificio de la Antigua Oficina Ejecutiva, donde él y veinte estudiantes crearon entre 35 y 40 insectos y animales magnificados y los cortaron de madera contrachapada para colocarlos alrededor del sitio. Dado que el proyecto fue un gran éxito, Newman se ofreció a crear una pintura para el interior de un gran desnudo. Aceptaron su propuesta, así que comenzó a trabajar. Cuando terminó, el cuadro tenía veinticuatro pies de largo.

Cuando la Administración de Servicios Generales llegó al Corcoran antes de que se activara, decidieron no mostrar la pieza original. Se negaron a poner la pieza, a menos que Newman pintara un traje de baño sobre la mujer del mural.

Recorte del Asbury Park Press, del 14 de agosto de 1975.

Newman aceptó pintar el traje de baño, pero mezcló con la pintura jabón de baño, con la idea de que se diluyera tan pronto como lloviera. La obra, titulada Lady Sarah en honor a su modelo, generó bastante expectativa y agolpó a varios cientos de curiosos, que deseaban presenciar el momento en el que la mujer quedara al desnudo. Algunos grupos feministas, como la National Organization for Women, mostraron su descontento y se publicaron varios ataques en hacia el artista en medios de bastante repercusión, como la revista Time.

La pieza fue retirada antes de que la lluvia pudiera lavar por completo la pintura. Después de esa travesura Newman acabó de lavar la pintura del traje de baño y pintó uno nuevo, ahora ya sí, permanente.

Lady Sarah no fue la única obra de ese tipo que hizo Newman. De hecho, hizo dos más, ambas con ropa que se disolvía. La primera fue Sarah Claus, en un edificio entre 18th Street y Pennsylvania Avenue NW, y la segunda Sarah y Strawberry Shortcake, para el restaurante Third Edition en Georgetown. La primera pintura tenía un traje de Papá Noel que se disolvía con el agua, pero la nieve seca de ese invierno hizo que el invento no funcionara. Varios estudiantes de Corcoran, vestidos de bomberos, colgaron el mural con la bendición de Newman. El segundo trabajo fue aprobado y después impugnado por la Comisión Federal de Bellas Artes.

Tanto Newman como sus estudiantes enmarcaban sus obras como bromas dentro de la tradición del desnudo clásico. Sin embargo, esta visión no era compartida por todo el mundo. Sus obras generaron el descontento no solo de puritanos y de censores del arte sino también de una parte de las feministas.

Sobre su Sarah Claus, Newman dijo: «Cuando lavaron el traje de Papá Noel a Sarah Claus, [las feministas] me escribieron cartas diciendo ‘será mejor que tengas guardaespaldas’ y ‘vamos a castrarte’».

Una reacción que se basaba sobre todo en la consideración de que las obras de Newman degradaban a la mujer. Este debate acerca del desnudo femenino y del discurso de lo políticamente correcto puede remontarse, salvando las distancias, al siglo XIX, cuando Gustave Courbet creó su polémico cuadro El origen del mundo, que durante décadas permaneció oculto por parte de sus diferentes propietarios y que a día de hoy, a pesar del tiempo transcurrido, todavía sigue causando controvertidas censuras.

 

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