Cuando se habla de composición es inevitable hablar de normas, y una de las más famosas es la conocida regla de los tercios. Esta regla, que es una simplificación de la proporción áurea, suele ayudarnos a dirigir la mirada del espectador en nuestra fotografía, y a lograr que nuestra imagen tenga una composición más equilibrada. Pero no siempre ese es nuestro propósito, y por eso en este artículo te daré las razones por las que puedes romper esta regla y conseguir fotografías espectaculares.

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Recordando la Regla de los Tercios

Antes de ver cuáles son los motivos por los que puedes romper la regla de los tercios y seguir consiguiendo fotografías con una composición impactante, recordemos qué decía la regla de los tercios.

Esta regla es uno de los primeros recursos compositivos que se aprende en el mundo de la fotografía, primero por su sencillez, y segundo por la efectividad que nos ofrece en los resultados. Con esta regla lo que hacemos es distribuir el espacio dentro de una imagen para generar mayor atracción respecto al centro de interés. De este modo logramos darle profundidad y equilibrio a nuestras imágenes, guiando así la mirada del espectador directamente al punto de interés.

Esa distribución a la que se refiere la regla de los tercios consiste en dividir en tres tercios imaginarios la imagen, tanto horizontales como verticales, de forma que la imagen se quede dividida en 9 partes iguales, y en los 4 puntos de intersección será dónde coloquemos nuestro centro de interés.

Con la regla de los tercios conseguiremos:

  • Crear una sensación de equilibrio
  • Dotar a la imagen de mayor interés y complejidad
  • Mayor fuerza y energía
  • Sensación de profundidad

9 Razones para romper la Regla de los Tercios

Aunque como hemos visto la regla de los tercios puede darnos muy buenos resultados en gran parte de nuestras tomas, hay ocasiones en las que una composición central puede resultarnos mucho más fascinante.

En una fotografía lo que buscamos finalmente es llamar la atención sobre un punto de interés, y en eso las composiciones centrales nos ayudan, aunque no siempre las busquemos por la razón adecuada.

Piénsalo, si le pides a alguien que no tiene mucho conocimiento sobre fotografía que te saque una foto, te situará casi con toda probabilidad en el centro del encuadre, para convertirte en el auténtico protagonista de la toma. Es como la posición por defecto, aunque conforme vamos aprendiendo fotografía descubrimos que esto no es del todo cierto, y que las composiciones centrales suelen asociarse más a un «error compositivo».

Por ejemplo, si comparamos las siguientes imágenes, aunque ambas tienen una composición central como punto en común, podemos apreciar que la primera de las tomas ha sido probablemente fruto de una oportunidad que se le ha presentado a un fotógrafo aficionado, que ha disparado empujado por el deseo de llevarse el recuerdo del ciervo que vio.

Sin embargo, la segunda de las capturas no parece una toma hecha de casualidad, sino fruto de la paciencia y sobre todo de una composición e iluminación mucho más cuidada y estudiada, a pesar como decíamos antes, de ser ambas composiciones centrales.

Como en cualquier otro arte, no podemos afirmar que la regla de los tercios es la que funciona mejor, ni viceversa. Puede que las composiciones centrales en ocasiones nos parezcan propias de aficionados, pero existen una serie de motivos por los que centrar a tu punto de interés le otorgará mucho más dramatismo a tu fotografía. A continuación descubrimos cuáles son esos motivos.

1. Simetría

Una de las primeras razones por las que una composición centrada funciona bien es cuando perseguimos la simetría. Te hablábamos de ella en este otro artículo. Ésta se produce cuando ambos lados de una imagen se ven como reflejados entre sí, o son muy similares.

Cuando vayas a realizar una fotografía caracterizada por la simetría tendrás que analizar muy bien el entorno y cuál es la posición desde la que el disparo te ofrecerá un resultado más simétrico.

Si contemplamos las dos imágenes de ejemplo de composición simétrica, podemos comprobar que los resultados suelen ser fascinantes. La simetría además nos atrae especialmente porque nos transmite orden y calma, como si todo estuviera colocado en el lugar que le corresponde.

2. Centro de interés

Cuando en nuestra fotografía no hay elementos que distraigan la atención del objeto o sujeto principal, entonces una composición central también puede funcionar bien. Para destacar ese centro de interés podemos recurrir por ejemplo a un retrato en primerísimo primer plano, en el que el auténtico protagonista es, y solo puede ser, el rostro del sujeto, tal y como observamos en las siguientes fotografías.

Pero no solo podemos recurrir a él, sino que podemos seguir buscando composiciones centradas que funcionen y destaquen a nuestro centro de interés, siempre que no haya elementos en primer y último término de la imagen que le roben la atención al elemento principal. 

Por ejemplo, en las dos capturas de arriba tenemos dos claros centros de interés, el pico de la montaña y el palacio. En la imagen de la montaña no hay nada que distraiga nuestra atención para que desviemos nuestra mirada de la vista.

En el segundo caso, a pesar de que aparezca gente, ésta pasa muy desapercibida y no le resta atención al palacio, Quizás como apunte podríamos señalar que la línea amarilla de la carretera, precisamente por tener un color que contrasta con el resto de la imagen, podría distraernos un poco. Aunque es cierto que aunque miremos primero esa línea, si la seguimos acabaremos de nuevo en el punto de interés de la fotografía.

3. Líneas

Las composiciones centrales suelen beneficiarse de tener líneas fuertes. Éstas pueden ser tanto verticales como horizontales, y se desplazan hacia el centro de la imagen.

No siempre esas líneas aparecerán tan definidas como en el caso de la imagen de ejemplo, pero sea como sea, es importante saber identificarlas y componer teniéndolas presente. Esto nos ayudará a que nuestra composición central esté justificada, y no se vea como un tiro casual e improvisado.

En esta toma en la que las líneas están dibujadas perfectamente, comprobamos que el fotógrafo se ha tomado la molestia de buscar cuál era el centro exacto desde el cual disparando hacia arriba (lo que conocemos como plano nadir), las líneas se dibujaban perfectamente en horizontal y en vertical.

Disparar la toma desde otra posición hubiera significado que las líneas podrían aparecer con una perspectiva deformada, lo cual haría perder fuerza a nuestra toma.

4. Minimalismo

Podríamos decir que el dicho «menos es más» describe bastante bien el minimalismo. Esta corriente fotográfica busca composiciones en las que lo que resalta es la simplicidad y la claridad a la hora de identificar el elemento protagonista de la toma. Aquí no hay elementos que distraen, solo aparece un motivo principal bien definido.

Si además de esto, colocamos ese elemento principal justo en el centro del encuadre, lo que conseguimos es transmitir sensación de calma y orden. Sin embargo si lo descentráramos estaríamos agregando tensión a la imagen, algo que no siempre será lo que queramos.

5. Punto de fuga

Como te decíamos, el fin de una fotografía es llamar la atención del espectador sobre un punto de interés del encuadre, y una buena manera de lograrlo es utilizando el punto de fuga.

Un camino, una carretera o un río pueden convertirse en las líneas que nos conducen hasta un punto de fuga, las cuales nos ayudan a mantener la atención de quién observa la imagen dentro del marco de la fotografía.

Por ejemplo, en la imagen de arriba la carretera nos conducen hasta un posible elemento protagonista que es la montaña, y que está situada, al igual que la carretera, en el centro de la composición.

En la segunda imagen se repite el mismo patrón, aunque está vez las líneas del punto de fuga están dibujadas por el agua que cubre la carretera y su orilla, y el punto recae en el todoterreno.

Este recurso compositivo, además de dirigir la mirada del espectador nos ayuda a crear sensación de profundidad y buscar perspectivas diferentes.

6. Formato de imagen cuadrado

Con el auge de Instagram el formato de imagen cuadrado recuperó mucha fuerza, y aunque si bien es cierto que la red se ha actualizado y ahora ya deja subir imágenes en otros formatos, el cuadrado es el que la define.

Este formato de imagen cuadrada nos da la excusa perfecta para situar en el centro a nuestros protagonistas, ya que de lo contrario podrían quedarse sin salir de manera completa en la toma.

En el caso de que el elemento que fotografiemos aparezca pequeño en relación al espacio que le rodea, una buena forma de darle mayor fuerza y expresividad a este tipo de imágenes es dejando la misma distancia respecto a los 4 bordes, como en los siguientes ejemplos.

7. Poca profundidad de campo

Temáticas como la fotografía de retrato o la fotografía macro suelen jugar mucho con la escasa profundidad de campo para enfatizar la atención sobre el sujeto o elemento principal, así como también generar una sensación de tridimensionalidad y profundidad.

Esto nos da como resultado fondos borrosos que no se llegan a distinguir, por lo que en estos casos suele ser una buena idea colocar a nuestros protagonistas en el centro de la composición, de manera que llamen más la atención y aprovechen más el encuadre. 

Aunque esta no es una recomendación que siempre tengas que seguir, ya que habrá situaciones en las que quieras conservar ese espacio negativo a uno de los lados del sujeto por algún motivo.

8. Sentido de tamaño y espacio

Cuando queremos mostrar el tamaño de un elemento en relación al resto de elementos que hay en el mismo espacio, entonces una composición central también puede convertirse en una buena opción. Por ejemplo, en la imagen siguiente contemplamos al pájaro, que está en el punto central de la composición rodeado de hojas.

Si en la foto solamente hubiera aparecido el pajarito, podríamos llegar a pensar que su tamaño es mayor de lo que en realidad es. Al añadir las hojas nos podemos hacer una idea de su tamaño real.

Otro caso es el de la siguiente imagen, que juega con elementos mucho más grandiosos, pero sobre el que destaca claramente uno de ellos, la torre situada en el centro de la composición. Esto nos ayuda, además de crear sensación de tamaño, a crear sensación de espacio.

9. Ubicación

A veces nos encontramos ante escenarios en los que nos resulta muy complicado evitar que las distracciones se cuelen en nuestro encuadre. Cuando esto ocurre, una buena opción es que te acerques a tu elemento o sujeto protagonista y lo sitúes en el centro de tu composición, de tal forma que evites incluir a otras personas o elementos que le resten protagonismo.

En este ejemplo comprobamos que solo existe un protagonista, y ese es el hombre que ocupa gran parte del encuadre y está situado en el centro de la composición.

Si el plano hubiera sido más abierto puede que hubiéramos visto coches en el fondo, escaparates llamativos, gente curioseando… y todo ello le hubiera quitado protagonismo al sujeto. Así que sí, a veces acercarse y centrar a nuestro sujeto nos ayuda a superar las dificultades que puede provocar una ubicación determinada.

¡Busca tu centro!

¿Te han sorprendido las razones por las que puedes romper la regla de los tercios y seguir consiguiendo imágenes con una composición fascinante?

Recuerda que lo importante es sobre todo analizar lo que tenemos a nuestro alrededor y decidir qué es lo que queremos sacar en nuestra captura, antes de disparar a lo loco. Que ya sigas la regla de los tercios o no, lo hagas con un motivo, que puede estar en los incluidos en el artículo o ser de tu cosecha propia, pero que te permitan justificar por qué lo has hecho así.

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