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CALIFICACIÓN.- SOBRESALIENTE: 9
Hasta el 4 de junio se puede ver en el Teatro de la Comedia ‘Valor, agravio y mujer’, un magnífico texto de Ana Caro de Mallén (1590-1646), la dramaturga más importante del Siglo de Oro español. Es la primera vez en la historia de la CNTC que se representa en la sala principal de este teatro una obra de esta extraordinaria y brillante autora, que ha sido injustamente olvidada por dos razones fundamentales. En primer lugar, porque gran parte de su obra fue quemada (las autoridades del siglo XVII obligaban a lanzar a las llamas las pertenencias de todas las personas fallecidas a consecuencia de la peste). De esta forma desapareció la mayor parte de su legado. De hecho, hoy en día solo se conservan dos comedias y dos autos sacramentales. La segunda causa de su olvido es por el simple hecho de ser mujer en una época marcada por genios de la talla de Calderón de la Barca, Lope de Vega o Tirso de Molina.
Afortunadamente, otras dos mujeres (Beatriz Argüello y Juana Escabias) han sido las artífices de rescatar la figura de Ana Caro de Mallén y honrar su memoria a través de la representación de ‘Valor, agravio y mujer’, una de las llamadas comedias de capa y espada muy frecuentes en el Siglo de Oro que, visto lo visto, nada tiene que envidiarle a esas otras obras que llevan la firma de los dramaturgos más prestigiosos de la época.
Beatriz Argüello, espléndida actriz criada en el clásico y que ha trabajado con la flor y nata del teatro español, se enfrenta aquí a su primer gran proyecto como directora y lo cierto es que ha superado el reto con nota porque el resultado es un maravilloso montaje hecho con un gusto exquisito. Juana Escabias -una de las mayores expertas de la dramaturgia femenina del Siglo de Oro (Dramaturgas del Siglo de Oro. Guía completa, Ed. Antígona, o Teatro completo de Ana Caro de Mallén, Ed. Cátedra)- firma la atinadísima versión de esta obra, que ha contado con la asesoría en el verso de Ernesto Arias.
‘Valor, agravio y mujer’ es una obra en la que se cuestionan (y ridiculizan) los comportamientos masculinos propios de la época. A lo largo de la trama se refleja un universo donde la herencia del patriarcado comienza a tambalearse, donde la mujer, aun viviendo en él, es capaz de vislumbrar nuevas maneras y nuevos horizontes. La historia está protagonizada por Leonor, una mujer que es seducida por don Juan y, confiando en su palabra de matrimonio, se entrega a él. Éste se marcha a Flandes olvidando la promesa y allí se enamora de la duquesa Estela de la que, curiosamente, también está enamorado el hermano de Leonor, quien hace años que no ve a su hermana.
Leonor decide también viajar a Flandes para vengarse de don Juan y urde un plan que dará lugar a todo tipo de enredos. Se disfraza de hombre convirtiéndose en Leonardo, supuesto nuevo prometido de Leonor, que llega dispuesto a saldar deudas. Finalmente y, mientras se va desdoblando en Leonardo, Leonor aprenderá a amarse a sí misma y transformará la mancha de la deshonra femenina en virtud, liberándola de las ataduras de la vieja tradición patriarcal. Así pues, ya no le hará falta matar al que la agravió porque ha aprendido que la virtud y la dignidad no necesitan ser restauradas por el otro, sino por uno mismo. Esta es, precisamente, una de las grandes lecciones que nos deja ‘Valor, agravio y mujer’, una obra muy adelantada a su época que, aunque se escribió en el siglo XVII, es claramente feminista.
Como señalábamos anteriormente, Beatriz Argüello ha hecho un trabajo exquisito en la puesta en escena, inspirándose en la pintura flamenca del barroco. ¿Quién diría que es su primer gran proyecto como directora? «Voy a estar agradecida de por vida a Lluís Homar por este privilegio y honor que supone rescatar del olvido a una mujer como Ana Caro de Mallén», confiesa Argüello. La directora se ha rodeado de un equipo artístico excepcional que ha sabido plasmar a la perfección la esencia de la obra empezado por la sensacional escenografía de Carolina González -que es una auténtica delicatessen-, el fabuloso y original vestuario de Rosa García Andújar, la espléndida iluminación de Paloma Parra -cargada de poesía- o la afinadísima partitura musical de Luis Miguel Cobo.
En un montaje de estas características hay que destacar dos apartados fundamentales. Por un lado, el movimiento escénico -obra de Pau Arán- que tiene su clímax en la maravillosa escena final con todos los actores deslizándose por una especie de tablero de ajedrez (el juego escénico es una belleza). Y por otro, la fabulosa labor de Jesús Esperanza como maestro de esgrima. De hecho, las escenas de lucha de espadas son realmente brillantes y parecen sacadas de una película por su ritmo y espectacularidad. En muchas ocasiones, en el teatro, este tipo de escenas son recreadas con muy poca verosimilitud. En este caso, sucede justo todo lo contrario.
‘Valor, agravio y mujer’ es, desde luego, un montaje único por muchísimas razones. Han tenido que pasar muchísimos años, incluso siglos, para poder ver representada una obra de Ana Caro de Mallén en los escenarios españoles. De ahí, que la elección del reparto fuera clave. Beatriz Argüello ha estado acertadísima a la hora de escoger al elenco protagonista que es, sin duda, otro de los puntos fuertes del montaje.
Pablo Gómez-Pando está soberbio interpretando a Don Juan. A sus 40 años, el actor ha alcanzado la plenitud y da una lección recitando el verso, con aplomo y enorme frescura, a lo largo de las casi dos horas que dura el montaje. Julia Piera, por su parte, brilla dando vida a doña Leonor, un papel de máxima complejidad que ella resuelve con gran talento. Completan el elenco: Ignacio Jiménez (muy divertido desdoblándose en varios personajes: Ludovico, príncipe de Pinoy, Tibaldo, bandolero), excelente Paco Pozo (Don Fernando de Rivera, Astolfo, bandolero), Lucía Barrado, (fantástica en la piel de la condesa Estela) Jesús Hierónides (Tomillo, criado), Natalia Llorente (Lisarda, prima de Estela), Luis Moreno (Ribete, criado de Leonor, Rufino, bandolero) y fantástica Sol Vicente (que aporta la nota musical tocando la viola a lo largo de toda la función).