Los escultores prehispánicos de Guatemala conocían las propiedades magnéticas de las rocas

En febrero de 1976 arqueólogos encontraron una cabeza de tortuga esculpida que tiene propiedades magnéticas en el centro ceremonial de Izapa en la planicie costera del estado de Chiapas en México. La datación por radiocarbono dio para esa escultura la fecha de 1500 a.C.

Localización de Monte Alto / foto Joao Sousa en Wikimedia Commons

Unos 150 km al sureste, en el antiguo centro ceremonial de Monte Alto en Guatemala, se encontraron posteriormente esculturas mucho más primitivas que pueden ser datadas con precisión hacia el año 2000 a.C. Son las famosas cabezas y barrigones, pertenecientes a la cultura de Monte Alto, una de las más antiguas de Mesoamérica y probablemente anterior a la cultura olmeca.

Durante las investigaciones de 1979 se descubrió que muchas de las esculturas de Monte Alto son magnéticas. En la medida en que ciertos patrones distintivos de magnetismo se repiten con cierta frecuencia, parecía que las esculturas fueron creadas por artesanos que conocían estas propiedades. De ser así, las esculturas de Monte Alto deberían ser reconocidas como los artefactos magnéticos más antiguos que se conocen en el mundo.

Dado que tanto las cabezas como los cuerpos tienen una forma bastante tosca a partir de grandes bloques basálticos redondeados, los sujetos tienen una apariencia corpulenta. Por ello se les ha llamado barrigones.

De la colección de barrigones de Monte Alto expuestas en el parque municipal de La Democracia, Guatemala y frente a su museo local, cuatro de las cabezas y tres de los cuerpos tienen propiedades magnéticas.

Una de las cabezas en el Parque Arqueológico de La Democracia, Guatemala / foto Simon Burchell en Wikimedia Commons

Las cuatro cabezas tienen un polo magnético norte situado en sus sienes derechas, mientras que tres de ellas tienen polos magnéticos sur por debajo del oído derecho y la cuarta (la que está frente al museo) tiene un polo magnético sur en su sien izquierda. Según los investigadores es improbable que tal patrón sea debido al azar.

De los tres barrigones, dos tienen sus polos magnéticos norte y sur situados a menos de 10 centímetros uno del otro, cerca del ombligo (específicamente, entre las yemas de los dedos de las manos que abrazan las partes más redondeadas del abdomen). La tercera tiene su polo magnético norte ubicado en la parte posterior del cuello.

La similitud de las ubicaciones de los polos magnéticos sugería que los escultores eran conscientes de su presencia.

Ahora, un estudio publicado por investigadores de las Universidades de Harvard y Yale, el Instituto de Tecnología de California y el Instituto Nacional de Sismología, Vulcanología, Meteorología e Hidrología de Guatemala, confirma que la coincidencia aparentemente intencional de rasgos anatómicos tallados y regiones magnetizadas preexistentes implica que los escultores fueron capaces de detectar la presencia de campos magnéticos en las rocas.

Cabezas y Barrigones / foto Soaring Bear en Wikimedia Commons

Se utilizaron magnetómetros para mapear la distribución de la magnetización en once de los barrigones de Monte Alto. Los resultados revelaron, por primera vez, que las esculturas fueron originalmente magnetizadas por la caída de rayos antes del proceso de tallado, y que la correspondencia entre las anomalías magnéticas de las esculturas y los rasgos anatómicos esculpidos no es aleatoria. Todo ello concuerda con las conclusiones del estudio de 1976.

Según los investigadores, estas nuevas evidencias refuerzan la comprensión sobre el conocimiento del magnetismo en la Mesoamérica prehispánica.

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